martes, 22 de septiembre de 2015

La mosca

"Otro relatito, inspirado por este puñetero calor.

La mosca

La mosca zumbaba ochos cansinamente bajo aquella canícula infernal. El toldo del bar colgaba inerte, como las velas de un buque en medio de una calma chicha. Todo era quietud, pero no esa quietud que precede al amanecer, o la que se aloja en casa cuando los niños por fin duermen. No. Era la quietud del aire estancado , plomizo, caliente, que te aplasta contra el suelo y te tortura cada vez que tienes que llenarte los pulmones para seguir respirando, una vez y otra y otra vez más, la que campaba por sus anchas, a esa hora, en la plaza mayor. 

Ni un alma se veía por los alrededores, ni un perro, ni un pájaro se oía, aunque fuese en la lejanía, sólo el zumbido, constante, sordo, que pareciera llenar tierra y cielo como las trompetas de Jericó anunciando el Juicio Final.

-Zasssss- el periódico se precipitó certero sobre el insecto- ¡Coño con la mosca! Dijo el camarero y entonces sólo quedó el calor y el silencio."


La mosca

La mosca zumbaba ochos cansinamente bajo aquella canícula infernal. El toldo del bar colgaba inerte, como las velas de un buque en medio de una calma chicha. Todo era quietud, pero no esa quietud que precede al amanecer, o la que se aloja en casa cuando los niños por fin duermen. No. Era la quietud del aire estancado, plomizo, caliente, que te aplasta contra el suelo y te tortura cada vez que tienes que llenarte los pulmones para seguir respirando, una vez y otra y otra vez más, la que campaba por sus anchas, a esa hora, en la plaza mayor.

Ni un alma se veía por los alrededores, ni un perro, ni un pájaro se oía, aunque fuese en la lejanía, sólo el zumbido, constante, sordo, que pareciera llenar tierra y cielo como las trompetas de Jericó anunciando el Juicio Final.

-Zasssss- el periódico se precipitó certero sobre el insecto- ¡Coño con la mosca! Dijo el camarero y entonces sólo quedó el calor y el silencio.

Pedro.